lunes, 30 de mayo de 2016

Problema y contradicción de cuando se defiende la prostitución


Abolir la prostitución, ¿por qué?

«O sistema é unha industria mundial baseada na desigualdade. O corpo das mulleres é reducido a mercancía e accesible por uns cuantos euros».
«Medianoite, xa van catorce clientes aos que non desexo. Para aguantar extraio o meu espírito do corpo e non sinto nada».


«El sistema es una industria mundial basada en la desigualdad. El cuerpo de las mujeres es reducido a mercancía y accesible por unos cuantos euros».
«Medianoche, ya van catorce clientes a los que no deseo. Para aguantar extraigo mi espíritu del cuerpo y no siento nada».


¿Cómo explicar la igualdad existiendo la prostitución?

Píkara Magazine compartió nuestra respuesta a la «Carta abierta al movimiento abolicionista». En el debate originado después, una persona planteó lo siguiente: «Voy caminando con mi hija por el barrio rojo de Ámsterdam y ve prostitutas expuestas en escaparates para que los hombres las calibren, elijan una y paguen por disfrutar de su cuerpo. ¿Cómo le explico la igualdad a partir de esa realidad?». Esta pregunta ya la había formulado en un debate anterior. Nos llamó la atención una respuesta que obtuvo entonces por parte de una persona defensora de la prostitución: que los hombres violentos están en todas partes, no sólo en la prostitución, así que su hija sufrirá esa clase de situaciones en cualquier lugar. Por tanto, le decía, la solución es educarla para que sepa identificarlas y no las deje pasar. Cuando leímos tal cosa, nos acordamos de Soraya Sáenz de Santamaría, en el debate con PSOE, Podemos y Ciudadanos, cuando, sobre la violencia de género, dijo: «Chicas, no aceptéis que os miren el móvil, que os controlen. Nosotras hemos luchado para que las mujeres seamos iguales y no tengamos ese control, no lo consintáis». Es decir, que eso sucede porque sí, no porque exista una estructura de poder que lleve al hombre a tratar de esa manera a las mujeres, por lo tanto la culpa es de ella, y no sólo eso, sino que es también su responsabilidad identificar situaciones violentas y «poner en su sitio» al hombre, o lo que es lo mismo, cuando se encuentre con un hombre violento, ha de censurar su comportamiento, porque eso, sin duda, llevará a que él se excuse de inmediato y reconozca su falta, no volviendo a cometerla nunca: «¡Ay! Disculpa por haberme quitado el preservativo y por no querer usarlo», «¡Ay! Disculpa por haber pensado que tu “no” en realidad quería decir “sí”», «¡Ay! Disculpa por acosarte en la calle desde que cumpliste los once años», «¡Ay! Disculpa por tocar tu cuerpo en los espacios públicos», «¡Ay! Disculpa por haber intentado violarte».
La solución, siguiendo esta lógica, no es erradicar los contextos, ideas o actos que mantengan el machismo (como la prostitución, la masculinidad agresiva o la publicidad sexista), así como tampoco es educar al hombre, sino que la solución es destinar nuestros esfuerzos a decir a las niñas que deben «darse a respetar», «se hagan valer» (¡anda, como nos ha dicho siempre el machismo!). En ellas va a recaer toda la responsabilidad de las situaciones machistas que vivan (¡anda, como ha sucedido siempre con la violación!). Comportarnos de este modo es negar la existencia del sexismo, es restarle importancia y convencer a las niñas de que deben sortear como puedan esas situaciones, no haciendo nada por cambiar la realidad (¡anda, como ha sucedido siempre con los malos tratos en el matrimonio! Hasta los curas decían a las mujeres que debían resignarse y rezar a Dios para que sus esposos cambiasen).
¿De qué sirve que a una niña se le diga que hay hombres violentos? La realidad es que esa violencia deriva del machismo, y eso es lo que habría que cambiar. Tendríamos que educar también a nuestros hijos (por ejemplo, impartiendo en los colegios educación sexual, para que puedan gozar de una sexualidad sana y no putera).
Esa lógica de «educar» a las niñas para que identifiquen situaciones de violencia cae por su propio peso. Se educa para la igualdad, no para la resignación o para la aceptación. ¿De qué sirve, insistimos, en que reconozcan esas situaciones si los hombres no las reconocen? ¿Cómo van a cambiar ellas el mundo si la otra mitad (los hombres) no saben ni el motivo por el que se comportan como lo hacen? Educarlas de esa manera no es educarlas, es, simplemente, enseñarles a sortear las situaciones machistas que se les puedan presentar.
Por otra parte, ¿cómo se podría enseñar a una niña que ella no es inferior al hombre si la realidad muestra lo contrario, si los propios hombres le van a decir siempre que eso no es así, si la propia sociedad se negará a cambiar su forma machista de organizarse? Esa idea de que ella es igual le causaría desconcierto y desorientación, porque esa realidad igualitaria no existe. No sólo hay que enseñarle su valía como ser humano, sino que también hay que hablarle de las estructuras de poder que aún se mantienen y que contradicen esa afirmación feminista. De no ser así, en cuanto saliese de casa, encontrarían que nada se rige por aquello que le han dicho, no sabría dar explicación a las situaciones de desigualdad, ni siquiera las que ella misma podrían sufrir, con lo que posiblemente acabaría por creer que es culpa suya. ¿Cómo va a pensar que es igual a un hombre si la sociedad le repite y enseña (mediante la prostitución por ejemplo) que eso no es así?
El feminismo ha venido a cambiar el mundo, no a poner parches, mucho menos a sustituir al machismo en el «Date a respetar». ¿No se supone que la igualdad no es sólo cosa de mujeres? ¿Dónde queda el hombre? ¿Él no tiene responsabilidad? ¿No habría que también hablarle a la mujer de que la sociedad se organizó sobre una base patriarcal? Si no tenemos en cuenta cosas tan básicas como estas, non vamos a enfrentar el machismo, simplemente vamos a vivir ignorándolo y sorteándolo como mejor podamos.




jueves, 26 de mayo de 2016

(Intento de) breve respuesta a algunos puntos, errados y siempre presentes en las posturas antiabolicionistas, de la «CARTA ABIERTA AL MOVIMIENTO ABOLICIONISTA ANTI-TRABAJO SEXUAL NOSOTRAS NO!»

«Sois capaces de situar el debate en el absurdo, de utilizar las propias instituciones ciudadanas como la Diputación de Barcelona o la FAVB para vuestros intereses».

El abolicionismo estudia la prostitución teniendo en cuenta qué la ha originado o quiénes la hacen posible, tal y como hace el feminismo para analizar cualquier situación. Absurdo es tomar una posición respecto a la prostitución obviando algo tan importante como la figura del putero, lo que es como analizar la violación sin tener en cuenta al violador. Es por eso que consideramos incoherentes e incompletos vuestros razonamientos.

¿Utilizamos instituciones? No os recomiendo situar el debate en este punto, saldríais perdiendo, pues muchos colectivos pro-prostitución están financiados, creados y formados por chulos, mafias, proxenetas y madamas.

«Está claro, sois parte del poder institucional que siempre nos ha negado espacios, voz y capacidad de decisión».

Tenemos nuestra opinión sobre la prostitución y la defendemos. Escuchamos la vuestra, nos parece errónea y lo decimos argumentándoos. Parece que creéis que, por tener algo que rebatiros, os estamos intentando silenciar. ¿Cómo llegar a una solución sin debates ni argumentos?

El poder que niega voz, espacios y decisión a la mujer ha existido siempre y es el machismo. A nosotras/os también nos censura, no hay más que ver los ataques que sufrimos por querer «quitarles las putas a los hombres». El abolicionismo fue defendido, ¡oh, casualidad!, por el movimiento sufragista/feminista. Suecia logró abolir después de que las mujeres tuviesen presencia en la política, ¿también eran ellas parte del poder? Entonces el derecho a voto sería reaccionario. El feminismo está avanzando, por eso nos devuelve nuestros derechos, pero eso no significa que sea parte del poder, sino que lo está cambiando. Lo absurdo de vuestro razonamiento es que si se aceptase la prostitución, ¿habría que decir que vosotras/os también sois parte del poder por haber conseguido lo que defendíais?

«Esta carta no pretende en realidad rebatir los argumentos abolicionistas pero sí poner en cuestión vuestras formas. Sois parte de un feminismo que reniega de su propia capacidad de construir alianzas y relaciones de igualdad entre mujeres, a través de vuestros constantes insultos, de vuestras calumnias, de vuestra violencia».

Bueno, es que apenas nos rebatís, no era necesario que lo explicaseis, no esperaba otra cosa. Ni siquiera habláis de los hombres, ni puteros ni abolicionistas. Os limitáis a decir que las mujeres abolicionistas son puritanas y os critican. Precisamente acabáis de decir que en eso se basa esta carta. ¿Construye alianzas un discurso que va a por nosotras, en vez de debatir nuestros argumentos? ¡Si es que hasta nos escribís cartas con ese único fin! Construir alianzas no implica renunciar a las ideas propias, sino escuchar y aprender. Todas/os podríamos acusarnos de calumnias y violencia. Vuestra postura, por ejemplo, tergiversa lo que decimos, pero yo no voy a recriminaros nada de esa manera, aunque me sienta herida o insultada. No lo voy a hacer, simplemente, ni mucho menos voy a escribir una carta para deciros únicamente que nos insultáis mucho.

«Nos despreciáis llamándonos “carne”, nos acusáis de ser delincuentes, nos convertís en objetos en lugar de reconocernos como sujetos de derecho y reproducís estigma sobre todas las mujeres».

Imaginad qué cara le habrá quedado a las putas abolicionistas que han leído eso. O sea, según vosotras/os, las propias putas dicen que las putas son carne, delincuentes y objetos. ¡Cómo se nota que no tenéis ni idea de lo que es el abolicionismo ni quiénes hablan mediante él!

JAMÁS, leedlo bien: JAMÁS, hemos acusado, estigmatizasdo, ni despreciado de ningún modo a las putas (¡¡si dentro del abolicionismo hay putas y ex putas!!). Nosotras/os analizamos la prostitución desde la pregunta: «¿por qué los hombres compran mujeres?», o desde la frase: «¡Oh! ¡Qué casualidad! ¡Cuántas relaciones hay entre el machismo y la prostitución: objetivización de la mujer y prostitución, pobreza de la mujer y prostitución, puestos de trabajo inaccesibles para las mujeres y prostitución, problemas psicológicos y prostitución!».

Queréis un debate feminista y os ofendéis por, supuestamente, nosotras insultaros, cuando jamás lo hemos hecho. No creemos que «puta» sea un insulto ni una humillación, por eso nunca acudimos a algo tan machista para rebatiros o dirigirnos a vosotras, no nos hace falta, obviamente, somos feministas. Pediríamos que tampoco empleaseis argumentos machistas, como el de que somos mojigatas, simplemente para que seáis coherentes. Ahora bien, si queréis seguir haciéndolo, adelante, disponemos de argumentos suficientes para no rebajarnos a ese nivel y para rebatiros sin llevar el debate, ni siquiera por un momento, a ese punto.

Quienes desprecian a las putas son las personas machistas, entre las que, evidentemente, se encuentran los puteros, esos que originan la trata de niñas y que obviáis en vuestros análisis, o incluso defendéis y cuyas acciones suavizáis. ¡Qué poca presencia y responsabilidad para todo lo que causan!

Si la prostitución es una forma libre de vivir el sexo y de empoderarse, aparecen una contradicción (A) y un problema (B):

(A) El feminismo dice que el hombre NO es una bestia animalizada. Si se libera al hombre de esa idea, dejaría de estar dominado por su pene, luego no compraría mujeres. Entonces, la puta no podría empoderarse sin hombres que la comprasen. ¿Hay que mantener a los hombres en esa esclavitud machista y primitiva para que las compre, sólo porque ellas se quieren «empoderar» prostituyéndose?

(B) El hombre viola porque cree que lo domina su pene, motivo por el que también va de putas, ¿cómo podríamos erradicar la violación si mantenemos la prostitución, y, por ende, el convencimiento de que al hombre lo domina su pene? ¿Deberíamos aceptar la violación como «efecto colateral» de la necesidad de empoderarse de las putas?

Es una historia interminable —y que se os va a ir de las manos—. Pienso que cuando la libertad de una persona implica la esclavitud de otra, esa libertad no es tal, hay que buscar otro camino por el que no se dañe a nadie.

«Sois quienes dais lecciones sobre la vida desde vuestros atriles, vosotras que decís defender a las compañeras trabajadoras del sexo migrantes y a las víctimas de trata, pero os permitís excluirnos, señalarnos y criminalizarnos mientras decís públicamente que queréis “protegernos”».

¿Qué atriles? ¿Os referís a «desde la comodidad de vuestra casa»? Sí, las abolicionistas, ex putas o putas, hablan desde las casas que por fin han conseguido o desde donde se protegen para que no las asesinen por haber escapado y denunciado. Ellas «dan lecciones de vida» al abolicionismo, que las escucha y constituye el altavoz por el que se expresan. Vosotras/os también estaríais entonces excluyéndolas cuando demonizáis su movimiento.

Llamar a las mujeres inmigrantes «trabajadoras del sexo» es una aberración. Son obligadas y víctimas de trata en la mayoría de casos, así que no las bauticéis con ese eufemismo que suaviza la realidad. Si vosotras/os os consideráis tal cosa, os parece un trabajo y pensáis que hacéis un favor a la sociedad, genial, llamaos así, pero no lo hagáis con quien condena y aborrece ese mundo y que para nada tiene esa consideración del mismo ni la comparte.

«Nosotras, las putas feministas y las feministas putas, no tenemos cargos de poder ni amigas poderosas pero estamos empoderadas».

O sea, ¿para estar empoderada hay que tener contactos con el poder? El abolicionismo está formado por putas y ex putas (inmigrantes, negras, pobres, transexuales, etc.), también empoderadas. ¿Decís que no lo están o que no lo pueden estar por «tener poder o amigas poderosas»? ¿Creéis que el abolicionismo lo conforman mujeres ricas y poderosas, clasistas y racistas, que desprecian a las putas? Si así fuese, no querrían abolir, porque cuando se abole las putas dejan de estar estigmatizadas y pueden dejar ese mundo si quieren para trabajar o estudiar, ¡incluso quedar en el país y obtener papeles!, convirtiéndose en mujeres «normales», por lo que no habría mujeres «indecentes» con las que compararse para ellas poder presumir de ser súper decentes.

«Nosotras no somos tan “cultas” pero somos sabias y nos preocupa ser rigurosas, nosotras no somos todas blancas sino somos diversas. Nosotras no necesitamos vuestro paternalismo, necesitamos derechos».

Parte de las mujeres abolicionistas tampoco son o eran cultas. También son de cualquier parte del mundo, obviamente, las víctimas de trata no son españolas precisamente. Ni hablamos por ni somos una minoría, blanca, occidental y con recursos.

¿Os parecen paternalistas las putas que hablan de lo que han vivido, o sólo si defienden la abolición? Según esa lógica: 1) Una mujer violada o asesinada acusaría de paternalismo a quien condene su violación o asesinato. 2) Vosotras también podríais ser acusadas de paternalistas por opinar sobre un tema que puede molestar y herir, por ejemplo, a una mujer víctima de trata si os escucha defender como trabajo eso que ella, a nivel individual, está sufriendo. Se preguntará quiénes sois para defender una ley que, en cuanto se promulgue, la condenará a esa situación para siempre.

«Nosotras no os acusamos del uso que hacéis de vuestros cuerpos (…). Nosotras no le quitamos valor a vuestras estrategias o a vuestras relaciones. Nosotras no os tratamos de locas, de ignorantes ni os infantilizamos, porque esos argumentos ya los usa el machismo para quitar legitimidad a las voces de las mujeres cada día y nosotras no queremos ser cómplices de sus formas ni de sus valores».

¡Ah! ¿No? Entonces, ¿qué es aludir a nuestra vida sexual y juzgarla de mojigata en cuanto sabéis que somos abolicionistas? Antaño, cuando una mujer presentaba una teoría filosófica o inventaba algo en la sociedad machista se decía que deliraba («sois absurdas») y que «necesita una buena polla» (o lo que es lo mismo: «sois puritanas»). Se ignoraba lo que decía, por loca e ignorante («sois absurdas»), y nadie se molestaba ni en responderle (vuestro silencio ante nuestros argumentos). Y, para menospreciar su inteligencia y capacidad crítica, se la rebajaba a un objeto sexual o se juzgaba su vida sexual («sois puritanas»), y se concluía que lo que decía era fruto de estar reprimida («necesita una buena polla», «demonizáis la prostitución desde vuestra moral»). Por lo tanto, sí nos acusáis del uso que hacemos de nuestros cuerpos («sois puritanas»), sí nos infantilizáis (nunca respondéis a nuestro análisis del putero, «sois absurdas»), sí usáis los mismos argumentos que el machismo («sois puritanas») y sí nos quitáis legitimidad por tener una opinión diferente a la vuestra («sois paternalistas», «sois absurdas»).

«(…) Nosotras no idealizamos la prostitución, no hace falta, pero tampoco la demonizamos desde vuestra moral».

Rebajáis el análisis abolicionista a una mera cuestión de moralidad. A la explicación: «La prostitución es consecuencia directa de la pobreza» respondéis: «No demonices la prostitución desde tu moral». Si digo: «Los puteros quieren hacer con una puta lo que llevan viendo en la pornografía desde los quince años. Se advierte de las consecuencias de esas imágenes que cosifican a las mujeres. Entre los adolescentes, la violencia de género está naturalizándose de forma alarmante», ¿también me responderíais: «¡¡Vete a otra parte con tu puritana moral!!»?

Si os enseñase estudios que muestran los problemas psicológicos de los puteros, ¿también hablaríais de mis argumentos mojigatos? ¿Soy puritana y lo que hago, investigo y digo es fruto de mi sexualidad reprimida y no de mi capacidad como mujer y sujeto autónomo de informarme, criticar y razonar?

Si las putas quieren tener derechos pueden hacerse autónomas. ¿Por qué entonces defendéis legalizar o regular? ¿No sabéis que, cuando la prostitución es un trabajo como cualquier otro, a cualquier mujer la pueden llamar de un puticlub para trabajar si ella está en el paro? Cuando defendéis la prostitución estáis decidiendo por todas las mujeres del Estado. Si la defendéis para vosotras, trabajad para que mejoren las condiciones de cualquier persona autónoma, marco donde YA podéis ser putas, cotizar, etc.

«También demuestra el desconocimiento, la distancia, la banalización y la utilización morbosa que estáis haciendo de cuestiones gravísimas como es la vulneración de los Derechos Humanos de las mujeres y de las niñas».

No os voy a pedir que justifiquéis esa gravísima acusación porque no os dará la vida para encontrar un solo argumento. Precisamente las mujeres y las niñas ven violados sus derechos porque existe la prostitución. ¿Eliminar un problema de raíz queriendo abolirlo es desconocer, banalizar y hacer uso morboso del propio problema? Trabajaos mejor vuestros argumentos. Cuando se habla de prostitución infantil, ¿seguís sin mencionar a los puteros? Una mafia secuestra niñas porque un putero las compra. Si la trata es para vosotras/os tan grave, ¿cómo pretendéis erradicarla sin penalizar al putero, responsable de ella?

«Os invitamos a repensar vuestro lugar de poder, a cuestionarlo para construir un debate feminista y anticapitalista sobre el trabajo sexual y por supuesto también sobre la trata, sobre las maneras de garantizar derechos, de evitar la criminalización, de combatir el estigma social y la discriminación. Os invitamos a intentar hacer de las prácticas feministas un cotidiano desde el que relacionarnos y argumentar».

Gracias por la sugerencia. Es algo que ya he hecho, por eso soy abolicionista. Os respondo con las ideas que me ha suscitado esta carta y con las correcciones que necesitáis para entablar un debate serio, sin banalidades o desconocimiento del abolicionismo. Para terminar, también os hago varias invitaciones:

1) Repensar que no tenemos ningún lugar de poder, somos mujeres que sufren o han sufrido la prostitución. Dejad, más bien, el que sí tenéis vosotras como putas a las que les va muy bien. La prostitución es como el capitalismo: una minoría es feliz (y cobra 100 euros la hora) porque es sustentada por una mayoría pobre y oprimida. Hay muchos caminos para empoderarse, elegir el que contribuye al machismo y a la miseria de las mujeres no es un camino para el empoderamiento, sino para la perpetuación de la opresión.

2) Entender que no es posible que el feminismo se sostenga sobre el machismo. Sólo un putero, enfermo de machismo por definición, haría posible la prostitución, si él no compra, ¿a quién se vende la puta? Si el feminismo sabe que el hombre no es un animal irracional, ¿dónde veis la ausencia de feminismo en el abolicionismo? ¿En qué punto creéis feminista la prostitución?

3) Tener en cuenta los problemas afectivos y sexuales de los hombres. Supongo que es ahora cuando nos llamaréis «puritanas/os» por defender las relaciones recíprocas y la reivindicación feminista del derecho al placer de la mujer. Durante la historia los hombres, como esposos y/o puteros, usaban el cuerpo de ella para obtener placer, ¿qué sentido tiene defender la prostitución para que un hombre siga usando su cuerpo para obtener placer?

4) Debatir con las putas abolicionistas lo «paternalistas» que son las personas que quieren abolir tras haberlas escucharlas, empatizado con ellas y ayudado. ¡Ayudarlas y empatizar! ¡Qué paternalismo! ¡Qué poco responde su actitud a esa palabra llamada «sororidad»! Si defender una idea por entender que es el camino para asegurar los derechos de una mujer es ser paternalistas, lo estamos siendo tanto el abolicionismo, como vosotras/os.

5) Reflexionar sobre lo absurdo de «cuestionarlo para construir un debate feminista». Yo podría deciros lo mismo. ¿Por qué he de renunciar a mis ideas respaldadas con sólidos argumentos? Entendemos lo que pensáis, pero lo consideramos incompleto. Un debate existe porque hay puntos de vista diferentes, de no ser así, es una simple conversación. Decid directamente: «Renunciad a lo que pensáis, que sólo importa nuestra postura», pero eso sería renegar de la capacidad de construir alianzas y relaciones de igualdad, a través de calumnias y violencia. Si queréis construir alianzas debatid con argumentos feministas, no con ideas machistas o despreciando nuestro análisis sin alegar nada serio.

6) Comprender que por ser anticapitalistas defendemos el abolicionismo. ¿Qué hay más capitalista que defender la comercialización de todo, incluido lo humano?

7) Estudiar el éxito de nuestra propuesta abolicionista y sus soluciones.

8) Aceptar que nuestra postura se basa justamente en nuestra coherencia. Aplicamos a la prostitución las prácticas feministas, hacemos de ellas un cotidiano desde el que relacionarnos y argumentar, y por eso somos abolicionistas.

¿Y si el cliente fuese nuestro padre o hijo?


Si la prostitución es un trabajo como cualquier otro digo yo que no habrá diferencias entre una abogada y una puta a la hora de atender a un cliente, ¿no? Cuando un padre necesite a alguien que lo asesore en algún asunto legal, acudirá perfectamente al bufet de su hija. Cuando un padre «necesite» una felación, acudirá perfectamente al burdel de su hija. Hasta diría más: cuando el padre necesite a alguien que lo asesore en algún asunto legal familiar, acudirá perfectamente al bufet de su hija con su esposa, su otro hijo, su cuñada, su primo, su padre, su hermano, su tía, su sobrino, con el fin de que todos/as opinen y participen. Cuando el padre «necesite» a alguien que le haga una felación o a alguien para completar una orgía, acudirá perfectamente al burdel de su hija con su esposa, su otro hijo, su cuñada, su primo, su padre, su hermano, su tía, su sobrino, con el fin de que todos/as opinen y participen.

En los trabajos no se diferencia entre la clientela. Una abogada podrá sentirse hasta más motivada en un juicio si su cliente es su propio padre. Una puta entonces, se deduce, que también se sentirá así cuando su padre o su abuelo requieran sus servicios. Es hasta un modo de agradecerle y mostrarle a su padre todo lo que ella ha aprendido con el dinero que él invirtió en su educación; es hasta un modo de que él se sienta orgulloso de todo lo que sabe su hija y de qué bien desempeña esa labor para la que ha estudiado. Porque si es un trabajo como cualquier otro, cuanta más cercanía tenga el cliente con la trabajadora más agradable y motivador será atenderle, así como sucede con la cajera de un supermercado, que hasta sonreirá a su padre cuando entre por la puerta del establecimiento. A veces él incluso irá sólo por ver trabajar a su hija, así como un padre putero podrá ir a ver qué bien se mueve en el espacio de trabajo del puticlub su hija puta.

En los trabajos normales, insisto, no se hacen distinciones ni se descartan clientes, mucho menos si pertenecen a la propia familia, ya que atenderles sería una forma de demostrar profesionalidad, por tratarlos como cualquier otro cliente, y no de una forma especial, así como tendría que hacer una profesora con su hijo en el aula, porque no olvidemos que una puta también tendría que atender a su hijo putero.

Además, si la prostitución es, como se escucha a veces decir, un servicio a la comunidad, con más razón habrá que atender a los hombres de la propia familia. Una médica atiende a su hijo, a su padre o a su abuelo, con gran dedicación porque curar es un servicio a la sociedad y, a nivel personal, ella estará muy interesada en mejorar la salud de los hombres que quiere, incluso confiará más en sí misma que en cualquier otra médica o médico. Del mismo modo, una puta tendría que atender con mucha dedicación a su hijo, a su padre y a su abuelo, porque cuando van a un puticlub «necesitan» sexo, así como un enfermo necesita de la medicina, entonces la puta mucho más interesada estará en satisfacer a los hombres de su familia, porque de ese servicio «tan necesario» depende, supuestamente, la salud de ellos. Además, confiará más en ella misma que en otra puta para realizarles esos servicios. ¿Qué mejor que una misma para atender a los hombres que queremos?

Incluso si el puticlub en el que trabaja una mujer o del que ella es dueña estuviese pasando por un mal momento, el padre iría a colaborar, como también acudiría al supermercado de la cajera si ella, o la dueña, fuesen su hija. ¡Toda la familia iría a ese supermercado o puticlub para ayudar a que no cerrase! ¡No hay nada como ayudar al/a pequeño/a empresario/a y al comercio local, sobre todo si se trata de alguien de la familia!