jueves, 26 de mayo de 2016

¿Y si el cliente fuese nuestro padre o hijo?


Si la prostitución es un trabajo como cualquier otro digo yo que no habrá diferencias entre una abogada y una puta a la hora de atender a un cliente, ¿no? Cuando un padre necesite a alguien que lo asesore en algún asunto legal, acudirá perfectamente al bufet de su hija. Cuando un padre «necesite» una felación, acudirá perfectamente al burdel de su hija. Hasta diría más: cuando el padre necesite a alguien que lo asesore en algún asunto legal familiar, acudirá perfectamente al bufet de su hija con su esposa, su otro hijo, su cuñada, su primo, su padre, su hermano, su tía, su sobrino, con el fin de que todos/as opinen y participen. Cuando el padre «necesite» a alguien que le haga una felación o a alguien para completar una orgía, acudirá perfectamente al burdel de su hija con su esposa, su otro hijo, su cuñada, su primo, su padre, su hermano, su tía, su sobrino, con el fin de que todos/as opinen y participen.

En los trabajos no se diferencia entre la clientela. Una abogada podrá sentirse hasta más motivada en un juicio si su cliente es su propio padre. Una puta entonces, se deduce, que también se sentirá así cuando su padre o su abuelo requieran sus servicios. Es hasta un modo de agradecerle y mostrarle a su padre todo lo que ella ha aprendido con el dinero que él invirtió en su educación; es hasta un modo de que él se sienta orgulloso de todo lo que sabe su hija y de qué bien desempeña esa labor para la que ha estudiado. Porque si es un trabajo como cualquier otro, cuanta más cercanía tenga el cliente con la trabajadora más agradable y motivador será atenderle, así como sucede con la cajera de un supermercado, que hasta sonreirá a su padre cuando entre por la puerta del establecimiento. A veces él incluso irá sólo por ver trabajar a su hija, así como un padre putero podrá ir a ver qué bien se mueve en el espacio de trabajo del puticlub su hija puta.

En los trabajos normales, insisto, no se hacen distinciones ni se descartan clientes, mucho menos si pertenecen a la propia familia, ya que atenderles sería una forma de demostrar profesionalidad, por tratarlos como cualquier otro cliente, y no de una forma especial, así como tendría que hacer una profesora con su hijo en el aula, porque no olvidemos que una puta también tendría que atender a su hijo putero.

Además, si la prostitución es, como se escucha a veces decir, un servicio a la comunidad, con más razón habrá que atender a los hombres de la propia familia. Una médica atiende a su hijo, a su padre o a su abuelo, con gran dedicación porque curar es un servicio a la sociedad y, a nivel personal, ella estará muy interesada en mejorar la salud de los hombres que quiere, incluso confiará más en sí misma que en cualquier otra médica o médico. Del mismo modo, una puta tendría que atender con mucha dedicación a su hijo, a su padre y a su abuelo, porque cuando van a un puticlub «necesitan» sexo, así como un enfermo necesita de la medicina, entonces la puta mucho más interesada estará en satisfacer a los hombres de su familia, porque de ese servicio «tan necesario» depende, supuestamente, la salud de ellos. Además, confiará más en ella misma que en otra puta para realizarles esos servicios. ¿Qué mejor que una misma para atender a los hombres que queremos?

Incluso si el puticlub en el que trabaja una mujer o del que ella es dueña estuviese pasando por un mal momento, el padre iría a colaborar, como también acudiría al supermercado de la cajera si ella, o la dueña, fuesen su hija. ¡Toda la familia iría a ese supermercado o puticlub para ayudar a que no cerrase! ¡No hay nada como ayudar al/a pequeño/a empresario/a y al comercio local, sobre todo si se trata de alguien de la familia!

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