Amarna Miller ve la gravedad de rodar escenas racistas pero, por el contrario, no considera que haya ningún problema en rodar escenas de violaciones o porno machista en general.
Defiende continuamente que la
pornografía no es machista cuando ella misma reconoce, como vemos en esta entrevista, que sí lo es y que ella NO está grabando "porno feminista".
Miller, por ser consecuente con sus ideales antirracistas y
por ser consciente del daño que hace el racismo, se niega a rodar escenas de
ese tipo. ¿Por qué no hace lo mismo con la pornografía machista? ¿Para poder
pagar sus facturas? Pudo también haberlas pagado con las escenas racistas, pero
se negó. ¿Por qué? ¿No es igual de grave
el racismo que el machismo? ¿Qué habría pasado si hubiese dicho: "Si solo rodara porno antirracista no pagaría ni media factura"? ¿Y qué pasaría si, mientras dice eso, se autodenominase antirracista y asegurase que el porno racista es empoderador?
Si seguimos la lógica de su
argumentación pro-pornografía, ¿qué hay de malo en rodas escenas racistas?
Según ella, las personas que ven porno saben que esa no es la realidad,
sino ficción. Es más, argumenta que son fantasías muy legítimas, entonces, ¿por qué no grabarlas? ¿Por qué no "disfrutar" de fantasías en las que las personas negras son vejadas por el hecho de ser negras? ¿Quizás porque contribuyen a
difundir un mensaje racista? ¿Quizás porque excitarse y disfrutar de esas escenas es consecuencia de vivir en una sociedad racista que goza del maltrato a personas que considera inferiores? ¿Quizás porque, con toda la razón del mundo, a Miller le
escandaliza difundir imágenes en las que las personas negras son humilladas? ¿Quizá
porque, con toda la razón del mundo, le parece aberrante que todavía exista el
racismo y se quiera rodar algo tan inhumano? Eso es exactamente lo que sucede con la pornografía machista, pero,
en ese caso, Amarna Miller opina que no pasa nada, que es empoderador y que se
enmarca dentro del “feminismo prosex”.
Esta es la paradoja y el absurdo en el que nos encontramos:
personas como Miller hablando de igualdad mientras participan del machismo y, a
la vez, menosprecian los análisis feministas por ser críticos con la
pornografía, cuando ellas mismas aceptan que, ciertamente, ésta es machista. Es
decir, Miller critica al feminismo por identificar el machismo de la
pornografía y, a la vez que es consciente de que sí, de que es machista, y de
reconocerlo públicamente, también públicamente participa de la demonización del
movimiento y de los insultos de “mogijatas” porque nosotras estamos diciendo lo
mismo que ella piensa y sabe: que la pornografía es machista.