Está tan naturalizada la violencia contra las mujeres que a
algunas personas les parece normal pensar y decir que grabar una película porno
fingiendo una violación no tiene nada de malo. En el patriarcado, las
agresiones se romantizan en el amor romántico y se erotizan en la pornografía.
Teniendo en cuenta que cada día son asesinadas y violadas miles de mujeres en
todo el mundo, ¿es tan difícil entender que debemos cambiar aquello que influye
a los hombres y los lleva a asesinar y a violar, como, por ejemplo, la pornografía, que
refuerza el mensaje de que las mujeres somos cuerpos
violables a disposición de ellos? No podemos desentendernos de los problemas
que nos afectan como sociedad alegando que lo que se interprete de nuestros
actos no es nuestra responsabilidad, sino la de quien los interpreta.
Los niños y los adolescentes van a ver esa pornografía en la
que las mujeres aparecen como objetos basurizados a los que manejar como a
cualquier hombre se le antoje. Su sexualidad se animaliza y pervierte de tal
modo que, después, creen que es completamente normal excitarse ante escenas
violentas contra las mujeres o imponer a sus compañeras prácticas que no
quieren realizar.
Cuando un hombre tiene fantasías con una violación o defiende la pornografía en la que las mujeres aparecen siendo violadas, es machista; cuando lo hace una mujer, es feminista prosex.
Cuando un hombre tiene fantasías con una violación o defiende la pornografía en la que las mujeres aparecen siendo violadas, es machista; cuando lo hace una mujer, es feminista prosex.
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